Distorsión Cognitiva: Culpar

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Distorsión Cognitiva: Culpar

¿Qué es: Culpar?

Culpar es una distorsión cognitiva que distorsiona el patrón de pensamiento de quien la sufre, haciéndole atribuir sentimientos y experiencias negativas a otras personas. Cuando te encuentras en esta distorsión, nada es tu culpa, no tienes responsabilidad por los resultados, y esto también despoja a quien la sufre de su propio poder personal. Cuando nada te recae, te privas de la oportunidad de crecer. Y eso es lo que al enemigo le gusta de esta distorsión: renuncias voluntariamente a tu autonomía y adquieres una mentalidad de víctima.

Al igual que otras distorsiones, culpar lleva a la falta de reconocimiento del propio impacto en las situaciones. En cambio, las acciones y fuerzas ajenas que escapan a tu control son responsables de toda la negatividad en tu vida. Esto permite a la persona eludir la responsabilidad de sus actos, lo que crea una personalidad desordenada que puede ser desagradable. Esto se observa a menudo en relaciones abusivas, donde el abusador culpa a su víctima por lo que le hace.

Distorsión en la vida real

Veamos algunos ejemplos de cómo esta distorsión puede manifestarse en situaciones de la vida real.

  • Estudiante: Tiene dificultades en ciencias y culpa a los profesores por ser injustos, a sus padres por no ayudar lo suficiente o a sus compañeros por las distracciones, en lugar de pedir ayuda o buscar mejores maneras de estudiar.
  • Empleado: Missy no cumple con una fecha límite y culpa a su jefe por mala planificación o a un compañero por no hacer su parte. Nunca admite su propia procrastinación o falta de organización.
  • Padre: Le grita a un niño y le dice: “¡Me hiciste enojar!”, lo que le atribuye la responsabilidad emocional en lugar de controlar sus propias reacciones.

Una profecía autocumplida

Culpar crea un círculo de resentimiento, ira, impotencia y vergüenza en quien lo sufre. Cuando quien acusa culpa a otros de todo lo negativo en su vida, se está despojando mentalmente de su autonomía. Si todo es culpa de alguien más, en realidad no eres muy fuerte en tu propia vida; esto crea la vergüenza que inicia este círculo vicioso.
Culpar puede parecer poder, pero en realidad es parálisis. No puedes crecer cuando tus ojos están fijos en las faltas de los demás. No puedes sanar si crees que alguien más tiene que cambiar antes que tú. Pero cuando dejas de culpar y empiezas a asumir tu propia historia, abres la puerta a la transformación. No eres impotente. No estás solo. Dios está listo para guiarte a través de cada pozo y sacarte de él.

Verdad de Dios/Respuesta Bíblica:

Romanos 14:12 – “Así pues, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.”
Ezequiel 18:20 – “El que peca, ese morirá. El hijo no compartirá la culpa del padre…”
Gálatas 6:5 – “Cada uno lleve su propia carga.”


Dios nos llama a asumir la responsabilidad, no a culpar. Para crecer, debemos asumir la responsabilidad de nuestros pensamientos, acciones y sanación, incluso cuando otros nos han herido. Dios no espera perfección, pero sí espera honestidad y responsabilidad. Porque así es como comienza la libertad.

Herramientas de sanación y prácticas de pensamiento

  • Haz una lista física con dos columnas:
    – De qué soy responsable
    – De qué no soy responsable
  • Replantea la culpa:En lugar de decir: “Me hicieron sentir ___”, intenta:”Sentí ___ cuando me hicieron ___. Así es como puedo responder”.
  • Práctica del perdón:Escribe el nombre de alguien a quien has estado culpando.

Conectemos

¿Has estado señalando con el dedo dónde necesitas abrir las manos?
Hablemos de cómo la culpa podría estar robándote la paz.
No estás estancado; estás a solo un paso honesto de abrirte paso.
Levantemos el velo, juntos.


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