Distorsión cognitiva: Sobregeneralización
¿Qué es la sobregeneralización?
La sobregeneralización es una de las distorsiones cognitivas más socialmente destructivas que enfrentamos hoy en día. En esencia, esta distorsión nos lleva a tomar una experiencia y extraer conclusiones generales, a menudo negativas, para luego aplicarlas a todas las situaciones futuras.
Suena como:
– “Fracasé una vez, así que siempre fracasaré”.
– “Me hicieron daño, así que no puedo confiar en nadie”.
– “Este grupo de personas hizo algo mal, así que todos son iguales”.
Esta distorsión no solo te perjudica a ti, sino que también se extiende y perjudica a los demás. Es la raíz de:
– Racismo
– Ansiedad generalizada
– Vergüenza profunda internalizada
Lo peor de todo: la lógica no funciona.
La sobregeneralización ignora la evidencia. Eleva la emoción a la categoría de ley. Cuando estás atrapado en esta mentalidad, el dolor se convierte en una profecía.
Distorsión en la vida real:
Veamos algunos ejemplos de cómo esta distorsión puede manifestarse en situaciones de la vida real.
- Estudiante
Reprueba un examen → “Soy pésimo en matemáticas”.
Deja de intentarlo, evita la ayuda y reprueba por defecto. - Empleado Recibe dos rechazos → “Nadie me contratará jamás”.
Se rinde por completo, mientras Dios seguía trabajando entre bastidores.
Padre de un hogar roto
Creció en un entorno disfuncional → “Mis hijos sufrirán como yo”. - Padre o Madre, repitiendo patrones que nunca debieron continuar.
Una profecía autocumplida:
Generalizar en exceso parece protección, pero en realidad es una prisión.
Te mantiene anclado en el pasado. Te ciega a nuevos comienzos. Envenena tu visión de los demás y de ti mismo. Y lo peor de todo, silencia la esperanza.
Pero esta es la verdad:
Sucedió una vez. Eso no significa que volverá a suceder. Tú no eres tu peor día. Y nadie más lo es. Al enemigo le encanta la generalización excesiva porque multiplica el dolor.
– Convierte una herida en una vida de miedo.
– Bloquea la misericordia, la gracia y la reconciliación.
– Construye muros donde deberían estar puentes.
Cuando generalizas en exceso,: Reduces a las personas a una sola acción. Te reduces a ti mismo a un solo fracaso. Reduces tu futuro a un solo miedo. Y al hacerlo, te sientas en el tribunal que solo le pertenece a Dios.
Una profecía autocumplida
Generalizar en exceso parece protección, pero en realidad es una prisión. Te mantiene anclado en el pasado. Te ciega a nuevos comienzos. Envenena tu visión de los demás y de ti mismo. Y lo peor de todo, silencia la esperanza.
Pero esta es la verdad:
- Sucedió una vez.
- Eso no significa que volverá a suceder.
- Tú no eres tu peor día. Y nadie más lo es.
Al enemigo le encanta la generalización excesiva porque multiplica el dolor. Convierte una herida en una vida de miedo. Bloquea la misericordia, la gracia y la reconciliación. Construye muros donde deberían estar puentes.
Cuando generalizas en exceso:
- Reduces a las personas a una sola acción.
- Te reduces a ti mismo a un solo fracaso.
- Reduces tu futuro a un solo miedo.
Y al hacerlo, te sientas en el tribunal que solo le pertenece a Dios.
Herramientas de sanación y prácticas de pensamiento
Capta el lenguaje del “siempre” y el “nunca” Pregúntate:
– “¿He dicho esto antes?”
– “¿De verdad es siempre cierto?”
– “¿Qué evidencia lo contradice?”
Reincorpora a Dios, no lo sabes todo. Solo Dios lo sabe. Suelta la pluma: deja de escribir el futuro con miedo y deja que Dios lo escriba con gracia.
Escribe una lista de “Pero Dios…”
Cada vez que escuches: “Siempre será así…”
Contrátalo con:
“Pero Dios dice que está haciendo algo nuevo”.
“Pero Dios me sorprendió la última vez”.
“Pero Dios no está limitado por mi pasado”.
Practica el pensamiento situacional
En lugar de globalizar tu identidad, di:
“Ese fue un momento difícil, pero no es toda mi historia”.
Conectémonos
¿Has estado viendo a los demás a través de tu dolor? ¿Has descartado un futuro que Dios no ha terminado de escribir? Detectemos esta distorsión. Desaprendemos las mentiras. Levantemos el velo y veamos con nuevos ojos.